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El Juego del Calamar y la ética del juego responsable

Shirley Pulis Xerxen March 21, 2024

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El Juego del Calamar y la ética del juego responsable

La serie surcoreana Juego del Calamar, disponible en Netflix, provocó una tormenta de debates éticos tras su estreno en la plataforma de vídeo.

Si tienes alguna reserva sobre la serie, quizá no quieras probar el juego de tragaperras nuevo con el mismo nombre de Light & Wonder. Desde que se anunció, los expertos del sector han expresado su desaprobación, como la publicación reciente de Tomic en LinkedIn (abajo) y el de Nicholas Beach en GAMERANT. El juego, que según la web del creador se lanzará en UE y el Reino Unido el 27 de marzo, es el primer acuerdo de licencia de Netflix en el sector de los casinos y las apuestas.

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La serie presenta una visión distópica en la que participantes desesperados y con problemas financieros compiten en juegos infantiles mortales por la oportunidad de conseguir una fortuna que les cambie la vida.

La serie es un duro recordatorio de la disparidad económica y la desesperación que genera. Los participantes se ven empujados a arriesgar sus vidas debido a las deudas y a la desesperación financiera. Juega con la humanidad en el proceso. Esto plantea interrogantes sobre la moralidad de la sociedad que observa, ya sea en la ficción o en la realidad, cómo se explota a los más vulnerables con fines de entretenimiento. Los concursantes del Juego del Calamar son meros peones para la emoción de la élite, que observa y apuesta por sus favoritos. Al igual que los personajes del juego, los jugadores de las tragaperras participan voluntariamente. Aun así, igual que en el Juego del Calamar, la noción de consentimiento en circunstancias tan extremas es éticamente turbia; se plantea si uno puede realmente elegir libremente bajo el peso de presiones económicas o sociales. Esto enlaza con un discurso más amplio sobre el juego responsable y las medidas que deberían aplicarse para proteger a los jugadores vulnerables. Irónicamente, la adicción del protagonista es el juego.

El Juego del Calamar, al igual que las luchas de leones de la antigua Roma, es un reflejo de las fascinaciones más oscuras de la sociedad y a los límites éticos del entretenimiento. Desafía a los consumidores a enfrentarse a verdades incómodas sobre la naturaleza humana, las estructuras sociales y las consecuencias de la disparidad extrema.

Construir una máquina tragaperras con esta temática es algo que me resulta difícil de comprender.

Alex Tomic, fundador y CEO de Alea.

La fascinación mundial por el Juego del Calamar plantea la cuestión de exportar la cultura y responsabilizar a los creadores de contenidos. Igual que los juegos romanos reflejaban y reforzaban los valores de un imperio, el éxito internacional del Juego del Calamar lo convierte en una especie de embajador cultural, con el potencial de influir y reflejar normas y valores sociales.

El dilema ético inherente a ambos escenarios subraya la necesidad de un discurso más amplio sobre las prácticas de juego responsable. Como en el caso del Juego del Calamar, en el que personas vulnerables se ven empujadas al borde del abismo, el sector del juego debe reconocer su responsabilidad por proteger a los jugadores. Aplicar medidas contundentes para proteger a quienes son susceptibles de sufrir explotación es esencial para fomentar un entorno de juego más seguro y ético.

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